Cerrando ciclos, construyendo puentes.

Otro año se va y de pronto muchos nos encontramos reflexionando sobre lo que pasó en este año, sobre lo que hicimos, lo que no hicimos, lo que dejamos de hacer, lo que nunca empezamos; lo que no terminamos, lo que nos prometimos, lo que no cumplimos; lo inesperado, lo que queremos dejar atrás y lo que deseamos para el año entrante.
Muchas veces confundimos el cambiar de año, con un mágico “borrón y cuenta nueva”, lo que no nos gustó lo queremos dejar ahí y nos sentimos mil por ciento motivados para cumplir toooooodas nuestras metas, ¡ahora sí, el año que viene! Ese nuevo año, siempre es nuestro año y termina pocas veces realmente siendo nuestro año.
Cambiar de año, no hace que mágicamente las cosas cambien. Las cosas no cambian por sí solas, aunque a veces lo parezca. Las cosas cambian cuando algo en nuestro interior cambia. Las cosas cambian cuando empezamos a hacer cosas distintas.
El año nuevo, es un excelente “pretexto” para reiniciarnos, para reinventarnos, para, efectivamente, dejar atrás todo aquello que ya no nos funciona para nuestra evolución. Pero nada, NADA va a cambiar, si no empiezas a hacer cosas distintas. ¿Quién eres ahora y quién quieres ser este nuevo año? ¿Qué quieres dejar atrás? ¿Qué quieres seguir cultivando y qué quieres emprender en este nuevo año? ¿Qué estás dispuesto a hacer para que el 2021 evoluciones y seas la persona que siempre has querido? Pero más importante aún, que todas las preguntas anteriores sería, ¿cómo va s a asegurarte de que este año cumplas tus metas?
Los seres humanos solemos ocupar unos días previos al año nuevo, o al iniciarlo, para hacer una lista de propósitos que queremos cumplir. Recientes estudios revelan que para cuando llega Febrero, la mayoría no recuerda cuales eran esos propósitos. En un mundo con tantas distracciones, es común que perdamos nuestro enfoque y que nos desconectemos de aquello que queríamos o, peor aún, que cambiemos constantemente de idea sobre aquello que queremos.
El inicio de un nuevo año puede volverse un puente para conectarnos más con nosotros mismos y con el compromiso de nuestra evolución. Sin embargo, ese puente puede no ser muy firme si no sentamos las bases adecuadas para que lo sea. Al final terminamos frustrados por no haber cumplido lo que queríamos, o bien, por ni siquiera recordar cuales fueron los propósitos que nos marcamos.
¿Qué deseas para este nuevo año? ¿Por qué deseas eso? ¿Es un deseo propio o está influenciado por alguien más? ¿De que forma eso que deseas te convierte en una mejor persona? Responder primero a estas preguntas te dará más claridad sobre lo que deseas y evitará que constantemente te encuentres cambiando de idea. Después de estar claro sobre lo que deseas, mi propuesta sería que vayas “un día la vez”. Si te cuesta cumplir lo que te propones, no te castigues, ni satures. Empieza con una sola cosa a la vez. Los grandes atletas no comenzaron levantando grandes pesos o haciendo enormes hazañas. Empezaron. Eso es todo. A tu nivel, a tus posibilidades. Lo importante es saber lo que deseas y hacer un poco cada día que te acerque más y más a eso que anhelas.
No hay sueños tontos, hay sueños propios. No hay prisa. Hay tiempos perfectos, pero las cosas no llegan si no tomas algún tipo de acción primero. Empieza respondiendo las preguntas y después emprende acción. ¿Qué no has hecho hasta ahora, que si hicieras, marcaría una enorme diferencia?