La recreación: una necesidad insatisfecha

Vivimos en tiempos en los que existe una enorme presión en cuanto a “ser productivos”. Hacer más, para tener más, para “ser” más. Y todo para cumplir con las expectativas de vida que nos marca la sociedad moderna en vez de marcarnos las nuestras. Se cree que los niveles de estrés que se viven actualmente no se habían vivido nunca antes en la historia y que la expectativa de vida ha disminuido en comparación con décadas pasadas; lo cual resulta irónico considerando los increíble y rápidos avances en el campo de la medicina.
La tecnología juega un papel interesante en esta circunstancia. Vivimos pegados a nuestros teléfonos celulares gracias a la enorme practicidad que representan para las labores profesionales. Antes el trabajo se terminaba saliendo de la oficina. Uno podía salir de vacaciones y disfrutar del entorno y la familia. Hoy en día el trabajo y una larga lista de “deberes” y “teneres” nos acompaña a todos lados, Y cuando finalmente logramos desconectarnos un poco de la tecnología, nos topamos con las necesidades que se presentan en casa.
Esta situación hace que cada vez sea más difícil apartar un momento para nosotros mismos. Se cree que actualmente la gente tiene mucho menos tiempo libre del que solía tener tan solo hace diez años. No es de extrañar que cada vez se vean por el mundo más y más personas tristes, enojadas, apáticas, con ansiedad y en muchos casos, deprimidas.
El ajetreo de la vida moderna no deja espacio para la recreación y el esparcimiento y se nos olvida que es justo en estos espacios en donde podemos recargarnos de energía, no para afrontar nuestras actividades del día a día, sino para encontrar en ellas un sentido de propósito y disfrute.
Cuando no nos damos a nosotros mismos la oportunidad de hacer un alto, de tomar un descanso, un respiro, cambiar de aires…nuestra vida simplemente se vuelve agotadora. No importa si tienes una noche de sueño de ocho horas, si en tu día a día no incluyes momentos de diversión para ti, el alma simplemente comienza a perecer y los síntomas son muy claros: irritabilidad, estrés, cansancio y un bajo rendimiento. Y todo esto no son más que señales de una inmensa desconexión de nosotros mismos por no dedicarnos nuestro propio tiempo.
Darse momentos para uno mismo va desde tomar el café por la mañana tranquilamente, meditar, leer, hacer alguna actividad física, estudiar algo de tu interés, pasar tiempo de calidad con tus seres queridos o simplemente hacer algo que te provoca gozo; hasta tomarse el tiempo de ir a comer o a cenar con un amigo, salir a conciertos, irse de vacaciones ¡Las posibilidades son infinitas!
Si hoy te preguntara qué haces en tu tiempo libre, ¿qué me dirías? O si te preguntara por las actividades que te gusta hacer, ¿cuáles nombrarías? Parecen preguntas muy simples, pero haz la prueba y pregunta al menos a cinco de tus conocidos y verás que más de uno titubea y más sorprendente aún, más de uno mencionará que le gusta pasar tiempo en la computadora y/o en el celular. No es que eso esté bien o mal, simplemente desde mi punto de vista, eso es parte de un apego y una adicción inconsciente que tenemos con la tecnología. ¿Qué disfrutabas hacer de niño y que hace mucho tiempo que no haces? ¿Cómo sería para ti gozar de una tarde libre sin tener la presión de atender los mensajes del teléfono? ¿Qué harías?
Nuestro tiempo a solas o compartido con nuestros seres queridos se convierte en alimento para nuestra alma, que después se convierte en energía que nos hace vivir la vida de forma más plena. Pasar ratos divertidos cada día aumenta nuestros niveles de serotonina e incrementa la expectativa y la calidad de vida. ¿Cuánto tiempo al día estás dedicando para hacer algo que disfrutas? ¿Te sientes satisfecho con tu vida? Si no es así, ¿qué podrías hacer respecto al área de la recreación para sentirte mejor?
Si supieras que entre más momentos de esparcimiento tengas en la semana, mayor y mejor será tu calidad de vida, ¿no valdría la pena dejar por un momento el ajetreo del mundo moderno y darse un tiempo?