top of page

La vida en pareja


Dicen que antes de nacer, pactamos con las personas que conoceremos en nuestra vida; pactamos y elegimos cuáles serán trascendentes. Elegimos a nuestra madre, y en algunas ocasiones a nuestro padre. Seleccionamos a nuestros mejores amigos y por supuesto, a esa persona que nos acompañará en la vida, no atrás, no delante, sino JUNTO a nosotros, de ahí el nombre que le damos “pareja”, o al menos así debería ser.

Si esta aseveración fuera real, podría relajarme y resumir que el resultado de mi vida en pareja, no es tanto mi consecuencia, sino algo que ya estaba predestinado. Pero aún cuando fuera cierto, fui yo la que eligió, para bien o para mal, siempre fui yo. Lo bueno de esta vida, es que puedo moverme cada que quiera. Desde que era niña, crecí viendo las novelas, primero las caricaturas (novela para niños) y después las de “verdad”. Y en todas aprendí las mismas lecciones, las mismas frases y los mismos clichés respecto al amor, y los roles que implicaba. Si quería que un hombre me tomara en serio, debía ser una niña “bien” que se da a respetar y de buenos sentimientos; así que ¡imagínense la de cosas que no viví!

“En las buenas y en las malas”, “hasta que la muerte nos separe”, “ mi favorita “y vivieron felices por siempre” ¿Con cuál de esas frases te casaste? Creo que yo con todas, crecí y compré toda esa basura de la televisión; creí que encontraría al amor de mi vida en un hermoso envoltorio con una etiqueta de “Felicidad para Lydia”. Y es que siempre me dijeron, que buscara a un hombre que me hiciera feliz, entonces crecí convencida, que no era capaz de hacerme feliz a mí misma y que la felicidad era algo que debía salir a buscar. Y no me mal interpreten, no fui una niña abusada ni mucho menos, tuve una infancia relativamente normal y hasta feliz, pero crecí en medio de una familia tradicionalista de hueso colorado, donde las mujeres podemos valernos por nosotras mismas, pero la felicidad se alcanza cuando “consigues a un hombre que te haga feliz”. Bueno, hay otra opción: si no te casas puedes permanecer en tu casa siendo “hija de familia” aunque tengas 59 años; están excluidas la opción c) de recorrer le mundo sola, o la d) mudarte de casa o ciudad a vivir tu vida sola. Así que comprenderán que hice lo natural y busqué un “hombre que me hiciera feliz”, ¿y saben qué?, hasta creo que corrí con suerte y ¡lo encontré!.

Sólo que ¡oh sorpresa! Era un hombre con grandes características, y aún así no es perfecto. Si se los describiera más de alguna se enamoraría de él, suena a un “hombre que te hace feliz”, el problema viene, al descubrir lo que nunca me dijeron, que la vida en pareja no es ni fácil, ni feliz todo el tiempo. No culparé a mi familia ni a la mercadotecnia de esto (aunque mucho influyeron), sino a esa idea utópica del amor perfecto y feliz, que tiene absolutamente de todo menos “feliz por siempre”. Vivir en pareja es 80% complicado, 20% sencillo y 100% vale la pena intentarlo si crees estar con la persona correcta (creo que eso le diría a mi hija). Y con esta perspectiva está claro que la vida en pareja, no tiene que ser para todos, y eso, ¡está bien! Pero para los que nos gusta complicarnos la existencia y disfrutar de la vida acompañados, te estaré compartiendo historias que parecen anécdotas, pero son verdades sobre la vida en pareja, que por cierto a veces resulta medio dispareja.

No se trata de ser tu gurú, no fui dotada de súper poderes que me den la verdad absoluta, o que haya descifrado la fórmula para una vida en pareja exitosa; sin embargo, en la rueda de la fortuna todos hemos aprendido a subir y bajar; y compartir experiencias siempre me ha parecido la mejor forma de aprender. Así que no, no se trata de fórmulas secretas, se trata de construir, de crecer juntos y creo que con esto me gustaría terminar por hoy, compartiéndote mi primer mantra: el día que deje de crecer con mi pareja, mi relación habrá terminado.

1 visualización0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page