Mirar hacia adentro, el principio del amor propio.

El ritmo tan a prisa con el que vivimos actualmente no nos permite detenernos y escucharnos, sentirnos o vernos, esta prisa es la que nos aleja de la felicidad. Vivimos tan estresados y preocupados por lo de afuera que nos olvidamos de nosotros mismos. Creo que a mayor desconexión con uno mismo, mayor el sentimiento de infelicidad y sufrimiento.
Soy Silvia, tengo 32 años, practico yoga desde hace 10 años y quiero contarles cómo esto ha cambiado mi vida y cómo me ayuda en el día a día, guiándome por el camino del amor propio.Yo crecí con la idea de que en la vida lo más importante era trabajar y no había lugar para dudas existenciales ni para cuestionarme quién era yo o a qué venía a esta vida, escuchaba a los adultos decir que eso de conocerse a sí mismos era cosa de locos. Ya bastante había con los problemas del día a día como para andar buscando más en nuestra cabeza.No sabía identificar mis propias emociones, mucho tiempo viví una vida cómoda, sin mayor preocupación. Tenía casi todo lo que podría querer aunque no era suficiente, seguía sintiéndome vacía y sola, pero no buscaba la razón, buscaba distracción. Mi atención siempre estaba en lo externo, en lo físico, en las cosas materiales, en el estilo de vida, lo de adentro qué? Esas eran “mafufadas de locos”.
Llegó a mi vida el yoga gracias a una amiga que me llevó casi a la fuerza porque para mí era una de esas modas de hippies que no llamaban mi atención. Fue una sorpresa para mí sentir como si lo hubiera necesitado desde hace mucho sin saberlo y no hablo sólo de las posturas, sino también de su filosofía y principios, los cuales me hicieron incluso más coherencia que todo lo que me habían enseñado. En esta filosofía de vida, se habla sobre la gratitud, la empatía y la compasión, estos conceptos cambiaron la percepción que yo tenía del mundo e incluso de mí misma. Empecé a mirar hacia adentro.
Al poco tiempo comencé a experimentar destellos de paz, de felicidad y de claridad mental. Aprendí a cuidar mi cuerpo, a respetarlo, dejando de compararlo con el de otros y comprendí también lo importante que es tener buenos hábitos alimenticios. Me di cuenta de que así como cada cuerpo es único, cada uno tiene también una esencia única, entonces comencé a descubrir la mía. La empatía con los demás es algo que también empecé a practicar. Tratando de reconocer a los demás como una extensión mía, ponerme en sus zapatos y tratando de no juzgar, no sabemos cuál sean sus historias y lo que traigan en sus “equipajes”. Comprendiendo que al final, todos buscamos lo mismo, ser felices.
Hubo también cambios en mi cabeza, descubrí que lo que mi mente veía como realidad no siempre era real, que mis propios pensamientos podrían nublar mi visión de la realidad y que también eran muchas veces la razón de mi sufrimiento. Así fue que comencé a tratar de identificar mis emociones y a dejar ir situaciones que estaban ya en el pasado pero seguían presentes en mi y eran un peso en mi “equipaje”.Comprendí que mientras más coherencia hay entre lo que siento y hago, más paz encuentro y que mientras más agradezco más razones me da la vida para agradecerle. La vida a veces nos presenta situaciones difíciles que no dependen de nosotros, pero lo que sí depende es como las tomamos. Tener más claridad mental y paz interior, sin duda hacen el caminar más ligero.
No soy experta ni una iluminada, tampoco vivo en completa paz y claridad mental, es algo que trato de practicar todos los días, para mí el yoga fue la guía, pero hay muchas formas de empezar el camino y creo que todas empiezan mirando hacia adentro. Tú también puedes tomar yoga como guía y experimentar por tii mismo lo que aquí cuento.
¿Por dónde empezar?
Practicando la compasión, reconociendo que somos un alma en un cuerpo y que la mente no siempre juega a nuestro favor ya que muchas veces está influenciada por experiencias, memorias y factores externos, distorsionando la realidad. Una manera de empezar a mirar hacia adentro y calmar la mente es meditando. Algunos tienen la creencia de que meditar es sólo para monjes y gente muy elevada, y no podemos estar más equivocados. Meditar está al alcance de todos, sin expectativas, sin forzarnos a lograr cierto tiempo sentados o en alguna postura en específico, existen diferentes formas de meditación. Se trata de hacernos conscientes del espacio que nos rodea, sin juzgar o etiquetar, sólo respirar y poder estar tan en calma que podamos sentir nuestra verdadera esencia.
Otra manera de conectar contigo es hacer las cosas que te gustaba hacer cuando eras niño, como por ejemplo dibujar, andar en bicicleta, mojarte con la lluvia, jugar con tu perro, etc., muchas veces de adultos dejamos de hacerlas por estar siempre ocupados o simplemente porque creemos que es infantil, pero estas actividades nos pueden ayudar a descubrir quienes somos y a reconocer nuestra esencia.
La alimentación es una forma de conectar contigo también, se consciente de con qué te alimentas, si solo te satisface o si realmente nutre tu cuerpo. Haz consciencia también de con qué “alimentas” tu mente, esta se “nutre” de lo que ves, de lo que escuchas e incluso de la gente que te rodea.
Todo este camino de conectarnos con nosotros mismos, de ir quitando la capas que con el tiempo nos vamos poniendo encima, ocultando nuestro verdadero yo, hace que podamos reconocer lo que realmente somos, aceptarlo y quererlo. Cuando hay amor propio, la percepción del mundo que nos rodea cambia y por ende nuestra vida. Para empezar nuestro camino es necesario mirar hacia adentro. A querernos y a aceptarnos como somos, Y tú, ¿qué ves cuando cierras los ojos?
Silvia Fernández M.