¿Para qué estamos aquí y qué buscamos de la vida? La importancia de vivir con propósito

Aunque la pregunta común suele ser “¿por qué?”, desde mi punto de vista, me parece que preguntarnos “¿para qué?” resulta mucho más profundo y nos invita a la verdadera reflexión.
Aunque a simple vista no lo parezca, vivir con propósito es un pilar crucial de nuestra autoestima y vuelve nuestra vida intencional mientras le proporciona dirección. Cuando vivimos sin propósito, quedamos a merced de las circunstancias y de que las cosas “sucedan”. Vivir sin propósito, también es vivir de forma irresponsable y sin hacer completo uso de nuestras facultades y de los recursos que se nos han proporcionado y, por si fuera poco, es vivir desempoderados y sin ejercer nuestra consciencia.
Vivir con propósito, en cambio, implica ejercer nuestra responsabilidad, tomar las riendas de nuestras vidas y ser participantes activos en la construcción de nuestra experiencia de vida.
Vivir con propósito no sólo implica saber lo que queremos en la vida o tener un montón de sueños y anhelos. Vivir con propósito distingue de forma muy clara y contundente que “querer” y “desear” no son suficientes para conseguir lo que anhelamos. Podemos tener muchas ganas de que algo suceda y desearlo con todas nuestras fuerzas y eso quizá no sea suficiente para que podamos verlo materializado. Vivir con propósito es poner manos a la obra y no esperar a que las cosas sucedan, sino mas bien, hacer lo que nos corresponde y lo que esté en nuestras manos, para que las cosas sucedan. Es utilizar nuestras facultades y todas nuestras capacidades y recursos para la consecución de las metas que hemos elegido.
Vivir con propósito es vivir de forma consciente. Dándome cuenta en dónde estoy parado frente a mis metas y objetivos; qué estoy haciendo para conseguirlos y evaluando si mis esfuerzos están bien encaminados o si es necesario cambiar mi estrategia. Y también implica vivir de forma productiva, que no significa “hacer mucho” sino hacer lo necesario para cumplir lo que me propongo.
Vivir con propósito involucra:
Plantearnos aquello que deseamos experimentar en esta vida.
Reflexionar sobre los caminos que nos pueden llevar ahí.
Asumir la responsabilidad de fijarnos metas específicas y marcarnos plazos para alcanzarlas.
Indagar los valores que se ocultan detrás de nuestros sueños. ¿Esas metas son realmente nuestras? ¿O son la expectativa que alguien más tiene de nosotros?
Identificar acciones concretas que necesitamos llevar a cabo para vivir la vida que deseamos.
Accionar, accionar y seguir accionando.
Verificar si nuestras acciones están realmente acercándonos al logro de las metas que deseamos alcanzar.
Cambiar nuestra estrategia de ser necesario.
Reevaluar nuestras metas y plantear nuevas.
En resumen, vivir con propósito es saber específica y concretamente lo que queremos, establecer un plan de acción, accionar, verificar y corregir si es necesario.
Vivir con propósito y productividad exige cultivar en nosotros mismos la capacidad de autodisciplina, que es la capacidad de organizar nuestra acciones al servicio de tareas concretas y también es capacidad de posponer la gratificación inmediata al servicio de una meta lejana. En un ejemplo simple, es el decidir salir por la mañana de mi cama a correr, en lugar de quedarme calientito a dormir un rato más. Pospongo la gratificación inmediata, en pro de una meta lejana que sin lugar a dudas me aportará enormes beneficios, no sólo a mi bienestar físico, sino también a mi bienestar emocional y espiritual ya que esta constancia me lleva a confiar en mi capacidad para hacerme cargo de mi mismo y cuidarme.
No es que los logros prueben nuestra valía, sino más bien que el proceso de su consecución es el medio a través del cual corroboramos nuestra eficacia para lograr lo que nos proponemos. No es la meta, sino en quién te conviertes para lograr esa meta. Como dice Nathaniel Branden en su libro “Los Seis Pilares de la Autoestima”, la raíz de nuestra autoestima no está en nuestros logros sino en aquellas prácticas generadas desde el interior, que, entre otras cosas, nos permiten alcanzar esos logros”.
Cuando basamos nuestra autoestima en los logros en el momento en el que perdemos eso que hemos logrado nuestra autoestima se fractura. Cuando basamos nuestra autoestima en nuestros esfuerzos, ésta se fortalece. Porque si bien, no podemos controlar el resultado, sí podemos controlar nuestras acciones y nuestra forma de interpretar el resultado y todo aquello que nos sucede.
Vivir con propósito brinda calma y serenidad a nuestra alma porque implica hacernos cargo de nosotros mismos. Y lo mejor de todo, es que no tenemos que esperar a que las cosas sucedan, sino que en nuestro control está trabajar en que sucedan. Una frase muy empoderadora para mí ha sido, “si yo no hago algo, nada va a cambiar”, y esto me lleva a recordar que cuando deseo algo, puedo trabajar por ello: sólo necesito elegirlo y hacerlo.
Si aún no tienes absoluta claridad sobre qué es lo que te gustaría experimentar en la vida o aún no has redactado tus objetivos, te invito a visitar la sección de "herramientas" en donde podrás encontrar ejercicios que te ayuden a ganar claridad y perspectiva y te lleven a vivir una vida con más propósito. Con amor, Marissa